5 Consejos para atravesar una lesión de músico, #5: No sos (solamente) tu capacidad de tocar
En las primeras épocas de mi lesión, cuando la gente me proponía encontrar un pasatiempo para ocuparme durante la recuperación, quería decirles que cerraran la boca. No me decían que nunca iba a recuperarme, o que no podía más ser violista, solamente no querían que sufriera más de lo necesario. Desafortunadamente, por los primeros dos años, no tuve las agallas de seguir su consejo. Pasaba una gran parte de cada día frente al espejo practicando sin alegría los movimientos más básicos sobre la viola, intentando forzar a mi cerebro a que se arreglara, porque pensaba que no hacerlo arriesgaría una recuperación más lenta. La verdad es probablemente me demoró, porque mi cerebro nunca tomó una pausa. Lo que realmente necesitaba para sanarse era una cantidad justa de información --propiocepción acertada y hábitos de movimiento saludables-- y después quedarse en paz.
A los dos años, por capricho, redescubrí el español y empecé a maratonear series, podcasts, libros y artículos en vez de practicar en exceso. Y puede ser solo una coincidencia, pero la tasa de mi progreso aumentó exponencialmente. Y no soy la única. Otra persona recuperada de distonía que conozco atribuye su recuperación en parte al yoga Iyengar: no solamente la ayudó para volver a afinar su cerebro y sistema nervioso, sino que también le dio un enfoque potente para el aprendizaje, la identidad y el crecimiento cuando se encontraba perdida. Este cambio sigue sosteniéndola hasta el día de hoy.
Pero los beneficios de conocer quién sos a un nivel más profundo que tu identidad musical van más allá de la recuperación. Nos recuerdan del irrefutable valor y dignidad inherentes a ser humano, independientemente de lo mucho o lo poco que puedan hacer nuestros cerebros y cuerpos en este momento. Y este conocimiento es una fuente de fuerza, gracia, y poder genuino que te acompañará incluso mucho después de que hayas dejado atrás la lesión.
Sea cual sea el tipo de lesión que tenés en este momento y en qué parte del camino te encontrás, creo en tu habilidad de sanar lo que se debe sanar, aprender lo que se debe aprender, y acercarte aun más a la persona que has nacido para ser en esta vida. Te veo. No te rindas.